Biografía de Azorín
José
Martínez Ruiz, alias "Azorín" (1873-1967), ensayista, novelista,
autor de teatro y crítico, nació en Monóvar (Alicante). Estudió leyes en
Valencia y marchó luego a Madrid para dedicarse al periodismo. A partir de 1905
toma el seudónimo de “Azorín”. Antes ya había escrito bajo el seudónimo de
“Cándido” y de “Ahriman".
No
es el autor más importante de la generación del 98, pero sí el más
representativo. Su biografía, como la sencillez de su persona, es pobre en
incidentes. Se crió en el mediterráneo levantino. Trajo a Madrid consigo la
herencia griego-árabe de Levante.
Trabajó
activamente en política durante los primeros años de su carrera. En Madrid se
dedica a la bohemia y al trato con anarquistas y con izquierdas radicales.
Luego se fue haciendo cada vez más republicano, para terminar siendo monárquico
conservador a su muerte.
El
joven escritor hacía gala de un nihilismo existencial y una simpatía por el
anarquismo, ideología que no sólo defendió pública y brillantemente desde estas
colaboraciones periodísticas, sino también a través de la traducción de algunos
de los textos más extremistas de Kropotkin.
Su
progresiva tendencia hacia el conservadurismo en política no se produjo sin
cierta ambivalencia: inquietud por la salud pública del país y, al mismo tiempo,
manifiesta necesidad de arrimarse a quienes ostentaban el poder y garantizaban
la seguridad.
Así
tras haber proclamado primero su afinidad hacia la dictadura del general Primo
de Rivera (1923-1930), al venir la II República se mostró abiertamente republicano.
Durante la Guerra Civil (1936-1939) vivió cómodamente exiliado en París. Y a su
regreso a España al finalizar la contienda fratricida, se declaró nacionalista
y se constituyó, a partir de entonces, en un punto de referencia obligado para
los intelectuales conservadores.
Uno
de los primeros mentores de la obra de "Azorín" fue el también
levantino novelista Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), quien, desde su cargo de
director del diario El pueblo, brindó al joven escritor alicantino la
oportunidad de difundir sus artículos iniciales (firmados, en aquellos albores
de su carrera periodística, también con el pseudónimo de "Ahrimán").
Publicó
sus primeros trabajos periodísticos en medios tan radicales como los rotativos
y revistas de clara adscripción republicana El País, El Progreso, Arte
Joven, Revista Nueva y Juventud.
Fue
uno de los escritores que a comienzos del siglo XX luchó por el renacimiento de
la literatura española. Fue el propio Azorín quien bautizó a este grupo con el
nombre de generación del 98, como se le conoce en la actualidad. Fue el máximo
representante de la generación del 98, movimiento literario que él definió,
conceptualizó y defendió.
La
evolución hacia posturas más conservadoras que fue experimentando en su
ideología se hizo patente en sus escritos literarios y periodísticos. Del
anarquismo radical y el nihilismo existencialista de Nietzsche y
Schopenhauer, "Azorín" pasó a llevar una vida tranquila y sosegada,
de escritor sereno, preciso y metódico, y a introducirse poco a poco en la
política española conservadora.
Azorín
y su importancia para el 98
La
obra y la persona de Azorín son fundamentales para comprender la mentalidad de
los hombres del 98. Azorín es el 98. Todas las características de esta
generación coinciden en su persona y en su obra. Es el escritor que con más
contundencia reacciona contra la prosa, la vaciedad literaria, la
grandilocuencia y el heroísmo del XIX.
Azorín
es una figura esencialmente literaria. Su desdén por las formas heroicas del
XIX le lleva a buscar lo cotidiano, lo sencillo, los “primores de lo vulgar”,
lo pequeño. En este sentido representa la autenticidad que tanto buscaban los
autores del 98, frente a la inautenticidad triunfalista del XIX. Azorín dio el
nombre al 98 y su obra fue la realización exacta del programa de toda esta
generación.
Estilo
y técnica literaria de Azorín
Azorín
introdujo un estilo nuevo y vigoroso en la prosa española. La meta de Azorín es
percibir “lo substantivo de la vida” a través del detalle, del pormenor. Su
interés gravita no en los grandes hechos espectaculares, sino en lo nimio, lo
minucioso e insignificante, que por sernos habitual nos pasa desapercibido.
Pero no cultiva un realismo fotográfico, sino que busca la profunda
significación del detalle en casa cosa.
Es
su técnica impresionista: buscar a través de la sensación la íntima realidad de
las cosas. Por eso sus descripciones están animadas de tierna emoción y de
delicadeza.
Sencillez,
claridad y precisión son las cualidades principales de su estilo. Su estilo es
sencillo, sin las vaguedades grandilocuentes del XIX. Tiene gran expresividad y
exactitud. Su estilo tiene fluidez y límpida trasparencia.
La
elegancia es la sencillez. No seamos afectados. Los hechos narrados
sencillamente llegan más a nuestra sensibilidad que los grandes superlativos.
Colocad una cosa después de otra. Nada más y nada menos. Esto es todo.
Azorín
comenzó a escribir en castellano con estructura sintáctica francesa. Sus
primeros escritos parecen traducciones literales del francés. Así descubrió el
valor de la frase corta. Una de sus características es la puntuación: Rompe frases
largas mediante puntos, incluyendo en la frase siguiente la conjunción o el
adverbio. En la distribución del punto radica el estilo de Azorín y su secreto.
Así se opone a la prosa declamatoria del XIX; por otra parte, sin embargo,
quita así al idioma sus posibilidades máximas de expresión. Su prosa
corresponde a su mentalidad fragmentaria y minuciosa. Su lenguaje es más
paratáctico que sintáctico. La sintaxis de Azorín es simple, con predominio de
oraciones yuxtapuestas; evita la subordinación.
Para
Azorín, en la realidad no se dan los elementos en síntesis, sino descompuestos
y estáticos, sin movimiento de conjunto. Su prosa no es película, sino una
serie de fotogramas: impresionismo. Lector de Nietzsche, no tuvo el filósofo
alemán influencia alguna en su estilo. Azorín admiraba, por ejemplo, más el
estilo del Discurso del Método (1637) del filósofo, científico y
matemático francés René Descartes (1596-1650).
La
sensación que deja su prosa es de pulcritud. Su léxico está lleno de
neologismos y términos arcaicos como en Unamuno, pero usados con gran tacto. Su
léxico es muy rico. Fue el escritor que más arcaísmos introdujo en el español
contemporáneo. Su estilo enriqueció la prosa castellana.
Este texto fue extraído de la siguiente página: http://hispanoteca.eu/Literatura%20espa%C3%B1ola/Generaci%C3%B3n%20del%2098/Azor%C3%ADn-Vida%20y%20obras.htm
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